Culture Jamming
Definición de
culture jamming: contexto político, social, económico y cultural.
Como apuntaba más arriba, el vocablo jamming significa
literalmente en inglés “interferencia” y
se aplicaba en un principio para referirse a todas aquellas formas
(normalmente obscenas) mediante las cuales se interrumpían los boletines y
programas radiofónicos o incluso las conversaciones entre radioaficionados.
A partir de aquí, se llegó al término culture jamming,
“acuñado” en 1984 por la banda de “audio collage” Negativland, radicada en San
Francisco. Con esa expresión Negativland se refería más ampliamente a la
“alteración” de vallas publicitarias y a otras varias formas de sabotaje de
medios de comunicación. Concretamente, mantenían que el culture jamming consistía en “añadir granos
en la cara a la retocada foto de portada de América”. De esta manera los
miembros de este grupo ponían ya de manifiesto su inquietud hacia la creciente
influencia que el “ecosistema mediático” tenía en la deformación de la mente y
de las experiencias de las personas.
Negativland, por tanto, sin ser ni mucho menos pionero en la detección y
denuncia de este tipo de situaciones, será el grupo que por primera vez empleó
el término culture jamming con el cual se definirá este tipo de movimiento en
lo sucesivo, sobre todo en el ámbito norteamericano.
Así, sobre todo con la llegada de la década de los 90
otros activistas mediáticos empezaron a manejar este término y su empleo se
extendió hasta el punto de que ya en 1992, Mark Dery publicaba un panfleto
titulado Culture Jammer Handbook (“Manual del culture jammer”), en el que explicaba
las nociones básicas de este movimiento y detallaba algunas de sus prácticas y
herramientas más destacadas y un año más tarde, la revista Open Magazine
Pamphlet Series dedicaba su número de julio a la presentación de esta novedosa
corriente. A partir de este momento otros muchos activistas y, junto a ellos,
profesores, estudiosos, y entre otras; se interesan por este término de nuevo
cuño, investigando y tratando de ofrecer definiciones que puedan dar cuenta, en
su continua mutación y evolución, de las características definitorias de un
movimiento crítico que experimenta un crecimiento y extensión cada vez más
importante.
En primer lugar, la definición que el propio Mark Dery
propone en su ya célebre artículo de principio de la década de los noventa: Culture
Jamming, Hacking, Slashing and Sniping in the Empire of Signs. Según él, esta
“interferencia cultural” engloba la
intrusión mediática (media hacking), la guerrilla de la comunicación e incluso
el terrorismo artístico (terror-art) y se dedica a interrumpir la señal que las
grandes empresas transmiten a través de los medios que controlan, de modo que
llegue al receptor alterada y le sugiera a este nuevos e inesperados sentidos,
totalmente opuestos a la intención inicial con que esos mensajes fueron concebidos.
Volviendo a la idea del ecosistema mediático, Dery plantea que los culture
jammers practican el intrusismo contra los cada vez más intrusos medios de
comunicación, con actividades como la alteración de vallas, la emisión
clandestina tanto radiofónica como televisiva, la confusión y el engaño a los
medios, la elaboración y difusión de parodias publicitarias y otras actividades
de subversión mediática.
Por su parte, el grupo de activistas de culture jamming
más importante y conocido, los canadienses de Adbusters (que se engloban dentro
de una asociación más amplia llamada The Media Foundation) se autodefinen en su
página web, como “una red de artistas, activistas escritores, parodiadores,
estudiantes, educadores y empresarios que quieren impulsar el nuevo movimiento social de la era de la información”. De
esta manera creen firmemente que el culture jamming puede llegar a ser lo que
fue el movimiento por los derechos
civiles en los 60, el feminismo
en los 70, y el ecologismo en los 80
para conseguir “cambiar nuestra forma de vivir y de pensar, el modo en que la
información fluye en nuestra sociedad, en que las instituciones manejan el
poder, en que funcionan las emisoras de televisión y finalmente en que la
industria de la comida, de la moda, de los automóviles, del deporte, de la
música y de la cultura imponen sus agendas”. Finalmente, como ya apuntábamos en
la introducción, se trata de “cambiar la manera en que interactuamos con los
medios y en que se construye el significado en nuestra sociedad”.
Junto a esta potente organización de The Media
Foundation también se consideró para esta definición al Centre for
Culture-Jamming Studies, que también desde su página web se interesa por todo
lo que ocurre alrededor de este movimiento y que considera que la interferencia
cultural se refiere a “aquellos esfuerzos radicales, no violentos, tanto
grupales como individuales, para `descarrilar´ los patrones culturales
percibidos como negativos, manipuladores, dañinos y atentatorios contra los
intereses atribuidos a una sociedad”. De esta manera, para ellos este
movimiento engloba diversas reivindicaciones que van desde los derechos
de los trabajadores al ecologismo, pasando por la libertad de expresión, la
protección de los animales y la lucha por la igualdad.
En definitiva,
este centro de estudios se interesa por el culture jamming como una expresión
importante de intercambio y de discordancia con algunos de los postulados
culturales dominantes.
Otro punto de referencia imprescindible en lo que atañe
a esta búsqueda de la definición del culture jamming es, sin duda, la
denominada Enciclopedia del Culture Jammer, que se puede encontrar en la red. Pues bien, buceando un
poco entre la enorme cantidad de datos
sobre grupos de artistas, prácticas, formas de actuación, links a las direcciones
web de otras asociaciones relacionadas, se encontró un artículo fechado en 2000
en el que el autor David Nox, bajo el título
Notes on culture, expone muchas de las claves previas necesarias para
entender un movimiento como este. Concretamente, la definición del culture jamming un apunte bastante
ilustrativo, como es la asimilación que propone Cox entre culture jammers y
forenses.
En efecto, según este autor, los activistas de la
interferencia cultural se dedican a recoger en el nuevo medioambiente que
conforman las nuevas tecnologías de la comunicación y la información muestras
de los principales agentes contaminantes, para seguidamente diseccionarlas y
analizarlas y poder así detectar el lugar donde se encuentran camuflados bajo
las abundantes capas de glamour, de
brillo, de ruido, las sugerencias y los sentidos que penetran subrepticiamente
en nuestras mentes y las dejan infectadas. Una vez destripado el potencial
contaminador de estos mensajes de las industrias audiovisuales, se trata de
volver a montarlos, aunque esta vez de forma discordante, interfiriéndolos
críticamente para producir en el receptor el shock (necesario para sacarle del
trance al que arrojaría el espectáculo cada vez más invasor) de contemplar cómo
la forma propia de los mensajes dominantes es el vehículo que transporta las
ideas y las sugerencias críticas con él y alternativas: El culture jamming toma el deseo latente dentro
de un fragmento mediático aislado, lo reprograma y lo pone de nuevo en circulación.
El culture jamming extrae los
significados de piezas sueltas del puzzle mediático y los retransmite en nuevos
contextos donde pueden liberarse. Se lleva de la escena del crimen una obra cinematográfica, literaria, de video o
de audio. Sacada del tiempo y del espacio sociocultural
en el que había sido intencionadamente fijada, esa partícula cultural
“distorsionada” arroja su voz desde el pasado hacia el presente. De este modo
los secretos pueden quedar explícitamente revelados, las historias ocultas
pueden ser descubiertas. Una idea muy similar a este respecto expone el grupo
Los Angeles Cacophony Society en el autorretrato que, basado en el método
socrático, presentan en su página web.
En dicho autorretrato afirma este grupo que sus acciones se basan en una
especie de “terapia de shock mediática” con la esperanza de que por la vía de
la confusión, de la aberración, de la cacofonía (quizá otra forma de denominar
la idea de la interferencia dentro del marco de la comunicación masiva
dominante) florezcan al fin la duda, la crítica,
la confusión y la incertidumbre de donde, según ellos, parte toda creación.
Se puede, en fin, trasladar perfectamente para el culture
jamming el propósito que ellos expresan
en relación a esas intervenciones cacofónicas que despliegan en la ciudad de
Los Angeles: “Con nuestros engaños y con
nuestro teatro de guerrilla pretendemos mantener a la gente comprometida en un
duelo con la realidad”.
Un importante polo de reflexión acerca del concepto
de culture jamming lo constituye igualmente el profesor Stuart
Ewen, que imparte clases en el Hunter College de Nueva York sobre estudios en
comunicación y medios. Este profesor, de hecho, ha publicado varios artículos
muy interesantes acerca del movimiento de
culture jamming, la idea básica que expuso el autor en una atípica
entrevista que le realizó en 1990 el citado Mark Dery, en la cual se mezclan
comentarios de Ewen con las reseñas de sus libros y publicaciones en general
desde la década de los 80. De este modo, tras un breve preámbulo en el que explica
su visión sobre el capitalismo, la
sociedad de consumo y el papel de la publicidad con respecto a ellos, Ewen
se refiere ya concretamente al culture jamming, al que define como una forma
de terrorismo artístico que se lanza
contra todas aquellas instancias que propagan “una tecnocultura cada vez más
intrusiva e instrumental” en la cual la manipulación de las personas y la
búsqueda de una sumisión completa se realiza a través del control de la
comunicación y de la consiguiente manufactura de consenso. En definitiva, este
crítico cultural dibuja cuáles son los rasgos fundamentales que definen a esa
especie cada vez menos extraña que son los culture jammers: “Los
culture jammers se posicionan ante lo que sucede en nuestra sociedad,
esta cacofonía de imágenes mediáticas fragmentarias, para describir las cosas
como son (…). Pero yo considero que en el corazón de su unión está la esperanza
de que podría existir un mundo diferente, un mundo en el que en lugar de
incoherencia podría existir la coherencia, en el que en lugar de devaluar al
ser humano a favor de la mercancía, podría alcanzarse la comprensión de que la
mercancía está al servicio del ser humano”.
Hay más teóricos provenientes de la Universidad que
están tomando un papel destacado en el desarrollo de investigaciones centradas
en este ámbito de estudio, como es el caso de Jesse Hirsh, docente en la
Universidad de Toronto, que también ofrecerá, pues, su propia definición al
respecto. Hirsh, en un artículo publicado en 1997 con el título Culture jamming.
Democracy now, plantea que esta “interferencia cultural” es una forma más de “ejercer tus derechos democráticos,
reclamando las ondas mediáticas y recuperando la habilidad de comunicarte con otros”. Se trata, según él, de una “síntesis entre cultura y política”, un
“nuevo
ecologismo” que incorpora a la lucha por la igualdad, por la justicia
social y por la democracia la reivindicación de eso que hemos venido
denominando “ecosistema mediático”, nuestro “ecosistema mediático”.
Finalmente, su reflexión desemboca en una definición de las tres funciones
básicas del culture jamming: “crear, preservar y destruir”. Crear,
explica, porque este movimiento se basa en la improvisación, en la comunión
entre nosotros y nuestro medioambiente; preservar, porque el culture jamming
busca igualmente “la preservación de cosas dulces como historias, experiencias,
recuerdos, ideas...” y, finalmente, destruir, porque junto a lo anterior
también forma parte de este proceso golpear la “máquina” para permitir más y
más creación y preservación.
En 1997 el artista Yuri Gitman, ganador del premio Ars
Electronica 2003 por su bicicleta conectada a redes wi-fi (Magic Bike) recorre en su artículo
titulado Recontextualizing as a Creative Process de diferentes corrientes
artísticas y culturales y entre ellas incluye un pequeño apartado dedicado al
culture jamming, definiéndolo como otra de las formas de poner en práctica ese
proceso creativo de recontextualización del que trata su artículo. Más concretamente, lo considera como una
forma de activismo social y político con dos planteamientos generales
destacados: Por una parte, su intento de socavar la configuración de una
sociedad del espectáculo, tal como la definía Guy Debord; y, por otra, el reto
que plantea a los deshumanizantes mensajes de la “cultura” mercantil. Otro
autor que se ha referido, aunque sólo sea brevemente, a la “interferencia
cultural” ha sido Aaron Mathes, el cual también en 1997 publica en la
revista Dollarandsense, con el título de
Active culture un artículo en el que afirma que el culture jamming implica “un proyecto agresivo, de guerrilla, que
confía en última instancia en los esfuerzos independientes de individuos
comprometidos para importunar los móviles de beneficio de las empresas
irresponsables”.
Tras este recorrido por diversas ideas y autores, es
importante resaltar a modo de conclusión la relevancia fundamental que para
esta emergente práctica de intervención social supone la aparición e
implantación cada vez más amplia de la Red. Partiendo de estas premisas, se
puede contemplar Internet como la máxima culminación a día de hoy de esas tesis
del surgimiento de un nuevo espacio social y, en este sentido, como el espacio privilegiado
en que desarrollar en la actualidad las prácticas de culture jamming. Estamos, pues,
ante una auténtica respuesta ecologista a la conformación de un ecosistema comunicativo
amenazado por la polución cultural que determinaría el que unas pocas empresas
y gobiernos detenten el control de poderosos medios de comunicación masiva, una
respuesta de reciclaje (tampoco dispone de muchas opciones) basada
en acechar y reapropiarse de los códigos con los que se construye el significado
en nuestras sociedades para subvertirlos y abrir espacios para el discurso
público. .
Para resumir, Culture jamming un complejo
entrecruzamiento de fuerzas políticas,
sociales y culturales. Culture jamming surgió en plena depresión económica.
Para
complementar, el Culture jamming influyo en “fenómenos visuales”:
1. En la fotografía
Un
gran aporte a este movimiento fueron los fotógrafos Walker Evans, Dorothea Lange y Margaret Bourke-White
quienes se dedicaban a documentar el crudo
contraste que se podía observar diariamente en las
calles de Estados Unidos. Una de sus técnicas favoritas consistía en
fotografiar vallas publicitarias con frases como “El nivel de vida más alto del mundo”
junto a una larga cola de desempleados aguardando su plato de comida en una olla popular.
›
La fotografía de Lange que quedó como su
mayor clásico fue "Madre Migrante". La mujer en la foto es Florence Owens Thompson,
pero Lange aparentemente nunca supo su nombre.
(…)
Vi y me acerqué a la famélica y desesperada madre como atraída por un imán. No
recuerdo cómo expliqué mi presencia o mi cámara a ella, pero recuerdo que ella
no me hizo preguntas. No le pedí su nombre o su historia. Ella me dijo su edad,
que tenía 32 años. Me dijo que habían vivido de vegetales fríos de los
alrededores y pájaros que los niños mataban. Acababa de vender las llantas de
su coche para comprar alimentos. Ahí estaba sentada reposando en la tienda con
sus niños abrazados a ella y parecía saber que mi fotografía podría ayudarla y
entonces me ayudó. Había una cierta equidad en esto. (…)
El
impacto de la fotografía se basó en mostrar la fuerza y necesidad de los
obreros inmigrantes.
2. En el cine
›
The Yes Men es otro grupo de activistas que practican la "corrección
de identidad". Suplantan la personalidad de poderosos para aparecer en los
medios de comunicación y lanzar comentarios denigrantes sobre trabajadores y
consumidores. Con ello, tratan de mostrar cómo, en vez de causar sorpresa o
enojo, sus provocaciones son recibidas positivamente por la audiencia.
Los Yes Men son un dúo de activistas formado por
Andy Bichlbaum y Mike Bonanno que practican lo que ellos llaman
"corrección de identidad", que trata básicamente de desenmascarar a
las corporaciones multinacionales y a todo el entramado de intereses políticos
y económicos tendentes a su protección en perjuicio de los ciudadanos de todo
el planeta.
Se hacen pasar por personas poderosas y portavoces de organizaciones prominentes, aceptando las invitaciones recibidas en sus páginas web para aparecer en conferencias y programas de televisión. Luego usan su autoridad recientemente adquirida para expresar la idea de que las corporaciones y organizaciones gubernamentales a menudo actúan en modos deshumanizantes hacia el público en general.
Su método usualmente es la sátira: haciéndose pasar por portavoces corporativos o del gobierno, suelen hacer comentarios chocantes y denigrantes sobre los trabajadores y consumidores.
Los Yes Men se han hecho pasar por portavoces de organizaciones tales como la OMC, McDonald's, Dow Chemical, entre otras.
3.
En el mercado
El shopdropping consiste en manipular los productos del
supermercado, introduciendo entre ellos sus creaciones artísticas para después
devolverlos a las estanterías.
El shopdropping o droplifting es
el increíble acto de ir a la compra, pero al revés; visitar la tienda y dejar
cosas en las estanterías en lugar de llevárselas. Banksy es
con certeza su practicante más famoso.
Entre los motivos
para que los shopdropping hagan lo que hace; primero algunos
quieren despertar algún tipo de noción política y social, y otros simplemente
lo hacen como forma de promocionar su propio producto, como un álbum musical y
por supuesto, también puede hacerse simplemente por diversión, sin esperar nada
a cambio.
4. En
la lingüística
La parodia es una característica común a
casi todas las prácticas del Culture Jamming. Empiezo por aclarar su etimología, que
nos dice que el término parodia proviene del griego “par” (además;
contra) y “oda” (canción). Acorde a
esto, la palabra se ha adoptado varias veces con el significado de “contra
canción”. Entendida de esta manera, en la Antigua Grecia, la parodia se empleaba para imitar el estilo y la
prosa épica y darle un tono humorístico.
En
su uso contemporáneo, la parodia es una obra realizada para referirse o hacer burla de una obra
original, su autor o personajes, a través del humor o la
imitación satírica. El crítico lingüista Simon Dentith la define como “cualquier práctica
cultural que genere una imitación alusiva
relativamente polémica de cualquier otra producción o práctica cultural.”
En
los casos particulares del Culture jamming la parodia se utiliza con
una intención más “hiriente”,
ya que se busca producir daño al sujeto de la sátira o burla, o sea las marcas
y empresas.
5. En
la tecnología
El terrorismo cultural en la red tiene como destacado activista a Ricardo Dominguez, fundador de Electronic Disturbance Theatre y Critical Art Ensemble.
Según su filosofía, si el capitalismo se ha vuelto electrónico o virtual, también el activismo debe adentrarse en el ámbito electrónico.
Para ello utilizan técnicas como el FloodNet, una forma de net art en la que muchos usuarios se conectan simultáneamente a una web para bloquearla, o el fax jam, que hace lo mismo mediante el envío de faxes, y los phone zappings, a través de llamadas de teléfono y en estos grupos cabe destacar los hacker.
Según su filosofía, si el capitalismo se ha vuelto electrónico o virtual, también el activismo debe adentrarse en el ámbito electrónico.
Para ello utilizan técnicas como el FloodNet, una forma de net art en la que muchos usuarios se conectan simultáneamente a una web para bloquearla, o el fax jam, que hace lo mismo mediante el envío de faxes, y los phone zappings, a través de llamadas de teléfono y en estos grupos cabe destacar los hacker.
Anonymous
›
¿Qué es anonymous?
Anonymous es un
movimiento internacional de ciberactivistas, formado por un número
indeterminado de personas que reciben ese nombre porque no revelan su
identidad. Son anónimos. No hay líderes y todos son iguales, no pertenecen a
ningún partido político.
›
¿Qué los distingue?
Se representan
por la máscara de la novela gráfica V de Vendetta, una serie de 10 comics
escritos por Alan Moore e ilustrados por David Lloyd. Los textos fueron
llevados al cine. La idea de la novela es la anarquía como vía para
romper el yugo de los poderes fascistas. Un poco la filosofía de Anonymous.
La máscara
representa a un conspirador inglés llamado Guy Fawkes, que trató de asesinar al
Rey Jacobo I y volar el Parlamento, con el fin de terminar con la persecución
religiosa.
›
¿Filosofía de Anonymous?
Lucha contra la
censura en Internet y busca la transparencia política alrededor del mundo. Es
imposible encontrar algo oficial de Anonymous, pues toda la "Red" es
y puede ser el mismo grupo. Su lucha va más allá de hackear páginas o bloquear
accesos a grandes emporios. Debaten sobre temas que afectan a la sociedad,
ponen al alcance de todos, todo tipo de información privilegiada y buscan
romper cualquier tipo de censura para "criticar y poner en evidencia"
a cualquiera que esté actuando en contra de los demás.
›
¿Cómo operan?
La forma más
común es a través de un acto de denegación, conocido en informática como
"DoS" (Ataque de Denegación de Servicio), que es un ataque a una red
de computadoras que provoca que el servicio sea inaccesible a los usuarios
legítimos. La idea es sobrecargar la banda ancha y provocar un colapso por
sobrecarga de operaciones, lo que deja fuera de la jugada a servidores.
›
El
lema de Anonymous: Knowledge is free. We are Anonymous. We are Legion. We do
not forgive. We do not forget. Expect us! (El conocimiento es libre.
Somos Anónimos. Somos Legión. No perdonamos. No olvidamos. ¡Espéranos!)
Bibliografía
-
Culture
jamming: Joder a las marcas (2008). Disponible en: http://www.nopuedocreer.com/noticias/3496/culture-jamming-joder-a-las-marcas/
-
Interferencias
en la transmisión: culture jamming. Disponible en: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n49/bienal/Mesa%201/CultureJammingCABELLO.
-
Reflexiones
de comunicación política. Disponible en: http://jdmartinezq.blogspot.com/2011/07/culture-jamming-comunicacion-politica.html
UNIVERSIDAD CENTRAL
PODER E IMAGEN
VANESSA HERRERA
Exelente analisis y reseña. La cultura jamming se mantendra hasta que se acabe la explotacion del humano por el humano.
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